Foto: Fernando Alda |
Un salmo al viento
entona mi voz, una rosa
ardiendo en la luz de la tarde,
labios que predicen el latido
de un corazón que busca su salida.
Contra la tapia blanca y añil,
la sombra de una torre,
acaso la silueta de un viejo
olmo vulnerado por los inviernos,
que está esperando el bálsamo
de la lluvia. Y no quiero
ni debo preguntar por nadie,
solo dejar consumirse las horas
como pavesas de la ausencia.
Solo.
Fernando Alda
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