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viernes, 31 de mayo de 2019

Ascesis

En las tinieblas te he buscado,

en la noche más honda
y más amarga,
desde lo profundo e insondable
he clamado.

Escribí tu nombre, Señor,
en las arenas más ardientes;
entre ásperas rocas y escorpiones
habité, mi voz se secó
al sol, de sal se llenaron
mis llagas y con el lagarto
y el áspid fui peregrino,
y siempre bendije
tu dulce Nombre.


Fernando Alda Sánchez




"Castellio contra Calvino"

"El  mosquito contra el elefante". Esa es la anotación que  Sebastián Castellio realizó en el ejemplar de su polémica contra Calvino, ejemplar que fue encontrado en la biblioteca de Basilea. Así nos lo cuenta Stefan  Zweig (Viena, 1881-Petrópolis, Brasil, 1942) en la introducción de su libro "Castelio contra Calvino", cuyo subtítulo define perfectamente la obra: "Conciencia contra violencia". Con ambas expresiones está dicho todo, definida perfectamente la esencia de este ensayo que supuso la revisión de la controversia entre Castellio y Calvino, es decir, la libertad espiritual del primero frente a la violencia que ejercía desde el poder el segundo.

Se trata de un libro inquietante, creo que de obligada lectura, frente a toda intolerancia, frente a toda imposición, pues resulta una bandera de libertad frente a cualquier totalitarismo.

"Por eso es inútil que los gobernantes crean que han vencido al espíritu libre por haberle sellado los labios, pues con cada hombre nace una nueva conciencia y siempre habrá alguien que recordará la obligación espiritual de retomar la vieja lucha por los inalienables derechos del humanismo y de la tolerancia. Siempre habrá algún Castellio que se alce contra cualquier Calvino, defendiendo la independencia soberana de la opinión frente a toda violencia ejercida desde el poder". Así termina Zweig este ensayo.

Estamos en plena Reforma, en el siglo XVI. Y esta controversia bien puede viajar en el tiempo hasta nuestros días, en los que hay tantas amenazas para la libertad de conciencia y de opinión, tantas dictaduras encubiertas de pensamiento único. Por eso digo que se trata de un libro clarividente, de lectura obligatoria.

La reconstrucción histórica de la época, en la que el español Miguel Servet, que por supuesto aparece en estas páginas, terminó en la hoguera, la riqueza de la escritura de Stefan Zweig, la lucidez de su enfoque y la facilidad narrativa, ya de por sí resultan atractivos más que suficientes para adentrarse en este libro. Si a ello le añadimos la potencia de los personajes históricos y la profundidad de la polémica que describe, entonces bien podemos decir que estamos ante una obra maestra. De esas que nos remueven las entrañas espirituales, que nos llevan al desasosiego, y nos vuelven del revés. Por supuesto es un libro para no olvidar, para tenerlo en la mesilla de noche de nuestra conciencia y de nuestros sueños como seres humanos. Un libro para releer, como todos los de este blog, pues quizá su espíritu nos acompañe todos los días.

Recomiendo la edición de Acantilado, con la traducción de Berta Vias Mahou, Barcelona, 2001. No os va a defraudar. Os dejo su portada.


Fernando Alda Sánchez




jueves, 30 de mayo de 2019

Podría ser el Leteo...

Baja el río entre perezosos fresnos,

entre alisos mortuorios, y en cinerarias
orillas de sargas blancas y bardagueras
va entregando el aliento el agua
en un descreído y manso
abandono que invita al desasimiento,
cuando en la plenitud de la tarde
las ruedas pétreas de los molinos
aplastan el reflejo
mortecino de los sauces
dormidos en su propia sombra.
Podría ser el Leteo, el fluir del veneno
por el cauce de las venas,
azul funerario que alcanza
marismas de adelfas, lagunas de acónito,
las arenas movedizas en las que desaparecerán
las ideas y las formas.
El cielo estival está en calma,
julio presagia la lentitud del tiempo
que se deshace en fragancias
suaves, en aromas apenas
perceptibles, tomillo, albahaca,
espliego, el soñar de los pájaros
con trigales brillantes y extensos.
Cede la atención, vencido el instinto
de sobrevivir, mientras se apagan,
humeando como cirios de cera
virgen, perfumada con mirra,
el deseo y la conciencia con la luminosidad
vertical que nace de la tierra.

Fernando Alda Sánchez



"Cantar de Mio Cid"

A partir del 5 de junio próximo podremos admirar el códice único del "Cantar de Mio Cid", del siglo XIV, en la Biblioteca Nacional, en Madrid, que será expuesto por primera vez al público. No me resisto, por ello, a traerlo a este blog. Tan sólo 15 días para ver el original, pues luego será sustituido por un facsímil.

Leí el "Cantar de Mio Cid" en mis años de Bachillerato, como si se tratase de un libro de aventuras, pese al castellano del 1.200. Me quedé desde entonces con toda la épica que el Cantar encierra y con una imagen sublimada del Cid.

No voy a entrar en más detalles. No soy un erudito. El libro pertenece a mi paisaje humano y literario. Con eso basta.

Pueden encontrarse muchas y buenas ediciones. Os dejo la portada de la edición de Colin Smith para la Editorial Cátedra, Colección Letras Hispánicas.

Fernando Alda Sánchez




miércoles, 29 de mayo de 2019

Visiones

Caen racimos de lilas sobre el fondo

oculto de los baúles, un estremecimiento
interior que conduce a dorados pórticos
antiguos, a vitrales
resplandecientes, al aire con que se mueven
las muchachas cuando la primavera
despierta su sonrisa  y su cadencia
undosa, y el ambiente se inunda de perfumes
intensos, azahar, galán de noche,
incienso, al tiempo que escancias el mejor vino
para esta ceremonia que confunde los sentidos.
Has abierto la Caja de Pandora del ensueño,
y brotan infinidad de sensaciones,
tafetán en el tacto sedoso
de las manos que abarcan esta atmósfera
cerrada, una visión
alterada de todo cuanto ante ti se representa,
música dulcísima que te embarga en un sueño
letal de amanitas tóxicas y arsénico,
enmascarado con antifaces
púrpuras, con la epidermis
de la que se visten los príncipes y los magos.
Desde la cima de los campanarios de esta ciudad,
permanentemente incendiada, divisas
el saqueo de sus tesoros, la destrucción
de sus cúpulas argénteas,
la remoción de sus cimientos,
como si fuese Cartago y acaso eres tú
Publio Cornelio Escipión Emiliano
que contemplase,
desde un plinto de sangre,
cómo se destruye este decadente
desfile de soldados hechos de sombras y de barro.
Al tiempo, desde este áureo
sarcófago, de lecho tan blanco,
no percibes la desbocada
respiración de esta ebúrnea
atalaya a la que no alcanza el gemir
moribundo de los que piden clemencia.
Sólo tú decidirás si moras entre los vapores
engañosos de un mundo perdido entre luces ubícuas
de acetileno, o si por el contrario habitarás
entre los hombres, entre los hijos
de los hijos de los que, expulsados
por siempre del Paraíso,
buscan ganarse el pan
con el sudor acre de su frente.

Fernando Alda Sánchez



"Opus nigrum"

"Opus nigrum", junto a "Memorias de Adiano", es, para mí, una de las mejores novelas de Marguerite Yourcenar (Bruselas, 1903 / Maine, 1987). Fascinante recreación de la Europa del siglo XVI, que vamos reviviendo a través de la figura de Zenón, un personaje imaginario, basado en la figura de otros grandes hombres de ese momento histórico, médico y alquimista, a caballo entre el final de la Edad Media y el Renacimiento. Un mundo aún de fronteras indefinidas, que la pluma de Yourcenar hilvana con espléndida prosa.

Alquimia y conocimiento, a través de la escritura personal de la autora, con profundos toques de lirismo, puertas que se abren inesperadamente, maestría narradora, con un lenguaje que fluye como fluye la vida del protagonista.

Sin duda, "Opus nigrum" es un viaje mágico a una época de tremendas pasiones intelectuales y humanas, que vamos recorriendo sin dificultad alguna, pues Marguerite Yourcenar tiene la habilidad asombrosa de sumergirnos con evidente serenidad en ese momento histórico a través de la trayectoria vital de Zenón.

Leí la novela en la edición de Alfagura de noviembre de 1986, que hacía la décima en esta editorial.
Hay otras nuevas ediciones de la misma editorial que se encuentran con facilidad en internet y en librerías. Os dejo la portada de la que he encontrado.



Fernando Alda Sánchez


martes, 28 de mayo de 2019

Si en esas veladas...


  • A todos cuantos
habéis estado


Si en esas veladas literarias

de Alba os he leído
estos versos
tan tristes, y con ello
lograsteis ser un poco más felices,
y en medio de la noche
habéis recordado a los que se fueron,
y estáis sintiendo el brillo
húmedo de las lágrimas bajo los párpados,
tal vez con eso ha sido suficiente
para que escriba, sin ir
más allá de donde alumbran
las luciérnagas o el sabor que deja
el vino al beberlo entre viejos amigos.
Bajo las mimosas hemos dejado
nuestros mejores deseos
y a la luz de las llamas
recobramos las brasas
de los sueños que compartimos,
si en la palabra prendemos 
ilusión o encontramos
el vuelo libre de las aves,
si con todo ello supimos
construir los vitrales diáfanos
por los que asomarnos a la vida
que se nos ofrece a raudales,
tal vez es suficiente para seguir
escribiendo, para vosotros,
para mí, para eludir la muerte,
y concitar todo lo que ha sido
creado y se nos ofrece en abundancia.
Si hemos sido capaces de entrelazar
la hierba amable que nos une y sostiene,
si junto a los leños de encina
que hemos quemado fuimos
capaces de sonreir, de brindar
por nuevas e intensas jornadas
que habrán de revelarse,
si hemos sentido el abrazo
conciliador, si en cada poema
supe ofreceros ternura y sabiduría,
si os he sorprendido con una imagen
o un encabalgamiento, si en la madrugada
conseguimos emocionarnos
mientras ardían nuestras mejillas
y se nos humedecía el semblante,
si la noche era mucho más larga
que de costumbre, y la conversación
se prolongaba sin que quisiéramos
que se acabase, si estábamos en la cima del Monte Tabor
y no queríamos descender,
si las estrellas y su reflejo eran sólo para nosotros,
y en los vasos el hielo y el whisky de malta
desataban pulsiones
antiguas, si en la ocasión
oportuna supimos coronar
egregios el discurso de todo
aquello tan hermoso que quisimos 
decirnos y nos dijimos, y junto a las lavandas
depositamos nuestra ofrenda de amistad,
y el pinar fue testigo
silencioso de todo ello, tal vez
sea bastante materia 
para escribir este poema que ahora termino
y que siempre será
memoria de lo que llevamos dentro.

Fernando Alda Sánchez





"Duelo en la Casa Grande"

Ahora que José Jiménez Lozano acaba de publicar su último libro de cuentos "La querencia de los buhos" (Ediciones Encuentro, 2019), traigo al blog (y no será la última vez) una de sus novelas que siempre he considerado que era de las mejores, "Duelo en la Casa Grande".

Tengo la suerte de conocer a Don José, como me gusta llamarle, de haber leído su obra, de haber cruzado algunas cartas, hace ya muchos años, y de haber publicado un libro sobre él ("La salamandra en el fondo del pozo", Institución Gran Duque de Alba, Colección Telar de Yepes. Ávila, 1988, que está descatalogado) Ha llovido mucho desde entonces, y no es mi intención extenderme más en ello, sino centrarme en el libro, aunque no me resisto, ahora que lo acabo de ver, a plasmar la dedicatoria que me escribió en el ejemplar que tengo y que él tuvo en sus manos: "Para Fernando Alda, esta historia de nuestro cainismo hispánico. Con mi amistad". Estoy hablando de la primera edición de la novela, en Anthropos, Barcelona, 1982.

El propio autor define perfectamente la novela, que encarna el ambiente, los personajes, el estilo, de buena parte de su obra. Para mí es un libro delicioso de leer, pues se anticipa el misterio, el secreto del que todos hablan, y se va desvelando, con maestría narrativa y una técnica de declaración ante el juez, lo que sucedió en la Casa Grande. Es un libro de narrativa oral, en la que "Pedro Pedroso Pérez, alguacil, enterrador y, antes, barbero, alias Ojo Virule, figura como acusado y testigo en el atestado y proceso que se siguieron por los hechos ocurridos, la noche de vela o duelo, "córpore insepulto", de don Julio Lorenzana Pérez, propietario".

Este Ojo Virule, acusado y testigo, narrador de cuanto ha de desvelarse, considero que es "un muy grande hablador", que diría Don Quijote, de su Sancho Panza, es decir, es un narrador oral, un contador de historias frente a la lumbre de una cocina castellana en cualquiera de nuestras aldeas.

Sin duda es un descenso al cainismo hispánico, con un protagonista colectivo, todo el pueblo, descenso en el que se van abriendo "cajas chinas" en las que se entrevé, poco a poco, lo que sucedió aquella "noche de vela".

No diré nada más. "Duelo en la Casa Grande" nos acerca a la más pura esencia de José Jiménez Lozano, de su escritura, de su forma de narrar.

Os dejo la portada de esta reedición de la novela por parte de Anthropos, que he encontrado en internet.



Fernando Alda Sánchez


lunes, 27 de mayo de 2019

El caballero y la Muerte

El caballero y la Muerte,

cruzando el bosque, figura
imponente, fascinante
en su dibujo.
Herido el caballero, tal vez,
dispuesto a matar,
a morir acaso...
El caballero, la lluvia
y la Muerte, todos en el bosque,
materia nutricia
de la que se alimentan.
La Luna sobre el caballero,
y la Muerte.
Siempre la muerte, espectros
otoñales, jirones de hombres
más muertos que vivos.
El bosque. El agua
rezuma, es como sangre.
Su olor penetra
hasta los tuétanos, envuelve al caballero.
La lluvia y la Muerte.
El bosque. De fondo,
música, silencio, nada.


Fernando Alda Sánchez



"Hijos de la ira"

"Madrid es una ciudad de más de un millón
    de cadáveres (según las últimas estadís-
    ticas).
A veces en la noche yo me revuelvo y me
     incorporo en este nicho en el que hace
     45 años que me pudro,
y paso largas horas oyendo gemir al hura-
     cán, o ladrar a los perros, o fluir blanda-
     mente la luz de la luna".

   Así comienza el poema titulado "Insomnio", que abre el poemario "Hijos de la ira" (1946), de Dámaso Alonso, poeta y filólogo, presidente de la Real Academia de la Lengua Española, miembro de la Generación del 27. Si mal no recuerdo lo leí allá por el año 1981, por supuesto, en Madrid, por lo que el poema (y por supuesto el libro) me causó una profunda impresión. Personalmene considero que "Hijos de la ira" es uno de los mejores libros de poemas en lengua española. Qué recuerdos me vuelven ahora a la mente al abrir las páginas del libro, releer al azar algunos de sus poemas, y volver a sentir la admiración que en su día me inundó las venas y los tuétanos.

    Es poesía humana, humanizada, con profundas raíces en los mejores poetas españoles, a los que Alonso concede un aire nuevo, con un arte poético que nos transporta a regiones insospechadas, a lugares del alma a los que no iríamos sin compañía. Como el propio Dámaso dijo, es un libro de protesta, contra todo y contra nada, en unos años en los que nadie podía protestar, en medio de una atroz posguerra civil española,  y tras la Segunda Guerra Mundial. Tiempos de tinieblas, tiempos oscuros. Es un libro de indagación personal, escrito con la crudeza de un lenguaje que alcanza altas cotas de expresión estética.

   De honda religiosidad en alguno de sus poemas, el titulado "De profundis" resulta desgarrador:

"Si vais por la carretera del arrabal, apartados, no os
    inficione mi pestilencia.
El dedo de mi Dios me ha señalado: odre de putre-
facción quiso que fuera este mi cuerpo,
y una ramera de solicitaciones mi alma,"(...)

Aunque pese a  tanta visión negativa, termina afirmado 

"Pero te amo,
pero te amo, frenéticamente.
¡Déjame, déjame fermentar en tu amor,
deja que me pudra hasta la entraña,
que se me aniquilen hasta las últimas briznas de
   mi ser,
para que un día sea mantillo de tus huertos!".

    Tengo en la biblioteca de casa la séptima edición de "Hijos de la ira" en la editorial Espasa-Calpe,  Colección Austral, del año 1979, número 595. La misma editorial tiene disponible esta obra que se encuentra en internet y librerías, en una edición con nuevo diseño, más actual.


Fernando Alda Sánchez




sábado, 25 de mayo de 2019

Getsemaní

Qué solo estabas en Getsemaní

aquella violenta primavera,
entre los helados y endurecidos
troncos de los olivos,
cuando todos dormían, y esperabas
beber el cáliz más amargo
en la noche más oscura.
Todas las miserias de todos
sobre los hombros, como una clámide
ardiente, la Cruz más pesada.

Sólo el ángel,
la voluntad del Padre.
Un helor de sangre, sobre el abismo,
en la madrugada desnuda,
hacía presentir el tormento,
el abandono, la expiación.
Más ya estabas venciendo a la muerte,
y alumbrando una luz jamás soñada.
Qué solo estabas en Getsemaní...

Fernando Alda Sánchez



"Ángeles oscuros"

"Ángeles oscuros", Elena Santiago. Un libro sorprendente, escrito con una prosa asombrosamente bella, que nos devuelve a la infancia, a los misterios, secretos y adivinaciones de un espacio entre lo real y lo soñado, visto con los ojos de los niños que miran el mundo, lo describen, lo nombran y lo ponen en curso.

Veguellina de Órbigo, León, pueblo natal de Elena Santiago (1941), en la línea de los relatos de otros grandes escritores de Castilla y León, como Miguel Delibes o José Jiménez Lozano, que nos adentran en el mundo rural que se va despoblando, que va desdibujándose poco a poco, como perdiéndose irremediablemente en las espesuras de la niebla.

Estos "Ángeles oscuros", que se hacen vivos en nosotros, desde el papel y la tinta, hasta nuestra imaginación, tienen rostros e historias, y resultan de lectura imprescindible, pues la urdimbre de sus vidas está hermosamente narrada, con un lenguaje que deslumbra y conforta en la lectura.

Leí este relato en la primera edición de Edilesa, en sus "Libros de la Candamia", León, 1998. Esta es la edición que os recomiendo (y que con seguridad encontraréis en la editorial), pues además tiene unas ilustraciones magníficas y reveladoras de Antón Díez. En lo que se refiere a tipografía, ilustraciones, papel y encuadernación,  el libro es un alarde de buen gusto. Os dejo la portada del mismo.




Fernando Alda Sánchez

"El corazón de las tinieblas"

Llevo unos azarosos días sin escribir nada en este blog. Hoy regreso, tras muchas peripecias, con  ganas al mismo y con un libro impactante, creo que de lectura obligatoria, que por unas circunstancias u otras se me resistía (a leerlo y a encontrarlo) y que conocí a través de la maravillosa película de Francis Ford Copola "Apocalipse now" (1979). Me refiero al libro de Joseph Conrad "El corazón de las tinieblas" (1902), puesto que la magistral película de Copola tiene sus raíces en el no menos magistral relato de Conrad, del que bebe profundamente de su esencia y del perfil de sus personajes principales,  aunque cambian los escenarios, la época y los motivos. Vi primero la película, supe que estaba basada en el libro, y me lancé a buscarlo y a leerlo con no pocas desventuras que no es necesario narrar aquí.

El traslado que en el guión hace Copola del relato de Conrad, es decir, del África colonial del siglo XIX a la Guerra de Vietnam, está ejecutado, salvando las diferencias, con evidente acierto. Pero no voy a hablar aquí de la película, que me apasiona, sino del libro, que me apasiona también por lo que tiene de inquietante viaje interior hacia los orígenes del mal, de la maldad, quizá hacia rincones inexplorados del corazón del ser humano en los que nos cuesta encontrar luz para ver el fondo que hay en los mismos. Es decir, un viaje hacia el corazón de las tinieblas en estado puro.

Joseph Conrad escribe en el conjunto de su obra sobre aventuras y navegación a vela, un mundo que se derrumba, que se desvanece en esos comienzos del siglo XX en los que el progreso y la máquina dictan sus sentencias de muerte. "Lord Jim" es un buen ejemplo de ello.

Os dejo, si os atrevéis, con esta lectura gozosa que además de deleitaros os hará pensar sobre la condición humana. Hay que atreverse a asomarse a ese corazón de las tinieblas que todos llevamos dentro, si es que somos capaces de hacerlo. No desvelo más sobre este libro, que lo es también de aventuras en alguna forma, si así lo queremos entender.

Tuve la suerte de encontrarlo y leerlo en una edición de Valdemar, en su colección "Avatares", de 1998, Madrid. En dicha edición se incluyen, como así fue el deseo de su autor cuando llevó a cabo la primera edición de la obra, otros dos relatos "Juventud" y "En las últimas", que resultan deliciosos para conocer un poco mejor el mundo que está a punto de desaparecer y que con precisión nos describe Conrad. Por supuesto, hay otras ediciones, que no son difíciles de encontrar y que están a mano del lector.

Os dejo ésta de Random House, que tiene ilustraciones de Tiá Zanoguera, y está realizada por Miguel Temprano. Está en la colección Grandes Clásicos de Literatura. Espero que sepáis encontrar la línea que separa el bien del mal.




Fernando Alda Sánchez



martes, 21 de mayo de 2019

Unión mística

Zorzales y narcisos,

despierta el día
mientras dibujas jardines
y dédalos en el papel
ocre del cuaderno.
Dios ya te espera,
abierta la luz,
mientras amanecen los ojos
a un nuevo mirar:
todo se viste y el tiempo
se despereza en un último
bostezo. Es momento
de oración. Una campanita
retiñe lejos. Hay voces
suaves en el silencio,
susurros, y no es la brisa
en el tejado. El alma
se arrulla, crece
purísimo el azul del cielo:
no hay música que iguale
ese instante levísimo
de enamorado encuentro.

Fernando Alda Sánchez





Dios me llama

Cuánto dolor en cada aurora,

en la luz que amanece
y abrasa la esperanza.
Es la vieja máquina de escribir
a la que le falta
una sola tecla
y ya duerme en el limbo,
o las fechas que se apuntan
en los cuadernos cuando se inician
y no tienen día de término,
acumulando lágrimas y destrozos
entre papeles desvanecidos.
Diarios moribundos, estertores de tinta,
en los que la letra
agoniza desangrándose
en trazos azules o negros,
como arterias abiertas o grifos
viejos que la herrumbre
ha malogrado. Quisiera
despertar ahora, despojarme
de este letargo, revivir
entre los mapas inéditos
de una vida por estrenar.
Quisiera volver a ascender
a una montaña entre la niebla
y coronar el sol y los cielos,
mientras dura el día
y las campanas guían el vuelo
sutilísimo de las águilas
hacia la inmensidad: Dios me llama,
es el hombre nuevo que renace
y alcanza hermosuras y transparencias,
arboledas de aire,
plenitud en la mirada
infantil que se asoma
al círculo y la estancia,
allí donde habita el Amor
más grande que soñarse pudiera.

Padrenuestro

Me gusta hablar contigo,

Dios mío, en el sol de la tarde,
cuando el crepúsculo
enciende las brasas del alma
y hay silencio entre las horas
que anuncian los primeros
brillos del firmamento.
El alma en paz, los sentidos,
mudos: es entonces
cuando te cuento los trabajos del día,
el instante en el que te doy
gracias por el pan, por la fe,
por la vida, por la esposa
y los hijos, por su sonrisa y sus abrazos.
Padre, perdona mi debilidad,
mi interminable flaqueza,
y haz de mi el fruto de tu voluntad,
memoria tuya, la caridad
que alivia el dolor, el agua y la luz,
hijo pródigo como soy
que siempre regresa a tu misericordia.


Fernando Alda Sánchez





sábado, 18 de mayo de 2019

Como el fuego aviva

A Yolanda




Si es el silencio

amor, si es tu mirada
el nido que anhelo,
y tus labios la fuente
en la que se solaza la sed
de mi vivir, y eres estrella
polar, y rumbo,
el timón que dirige mi senda
y en ti el amor y la vida
se perpetúan como la alborada
incendia un nuevo día,
como el fuego
aviva el corazón y resplandece,
y la pasión enciende
tus ojos más allá del ocaso,
y en tu esbozo
somos uno, el Todo,
vencida la Nada,
Dios con nosotros.
Un vuelo de aves,
el sur de tus entrañas,
mientras arden el deseo
y la razón en un bosque
de ángeles, y es tu voz
el bálsamo que acude
a mis heridas,
mientras creces y en ti me afirmo,
de Yolanda soy, 
en Yolanda creo, 
en ti existo
y me transformo,
y en un beso de estrellas,
dulces y profundas,
somos luz, candela,
el día que amanece
y en ti se alimenta.

Fernando Alda Sánchez



"Ensayo de una teoría de la visión"

"En Ávila la piedra tiene cincelados pequeños corazones de nácar
y pájaros de ojos vacíos, como si hubiera sido el hierro martilleado por
      Fancelli
buril de pluma, y no corre por sus heridas ni ha corrido nunca la sangre,
lo mismo que de los cuellos tronchados sólo brota el mismo mármol
      que se entrelaza al borde de los dedos
en un contenido despliegue de pétalos y ramas,
en delgados cráneos casi transparentes en la penumbra de las bóvedas
que conservan la ligera sombra azul de los ojos yertos en las raíces de
       la lluvia,
la morbidez, las redondas mejillas de los niños nacidos al mármol para
        la muerte,
los senos vagamente estériles de las Parcas diluidas en rígidos ramos
         de volutas y frutos,
el doloroso latir de las irisadas tibias sobre los cojincillos de mármol,
         ondulados
como para ofrecer un reposo caliente y amortiguar la delgadez helada
de esa mano de ámbar que acaricia con el pausado ritmo de la lluvia
la cabeza de un perro también muerto en la piedra,
muerto en la piedra junto a unos dedos y un cuerpo demasiado hermoso
         para haber vivido,
muerto en la piedra mientras se escucha brotar hacia la tumba
toda una inmensa vegetación de alas".

   Así comienza el primer poema, con el título de "Ávila", del libro "Dibujo de la muerte" (1967) de Guillermo Carnero, que abre su "Poesía 1966-1977", bajo el título general de "Ensayo de una teoría de la visión".

  Ávila, Fancelli, un sepulcro, y enseguida la imaginación vuela al Sepulcro del Príncipe Don Juan en el Real Monasterio de Santo Tomás. Y no puedes evitar, al leer, al releer ahora, este largo y prodigioso poema, soñar con este sepulcro de mármol, recrearlo y recorrerlo con tanta minuciosidad como Guillermo Carnero lo describe.

   Tras el poema "Ávila", que ahora vuelvo a leer con profunda emoción, recordando incluso la habitación del Colegio Mayor en el que vivía en los años 80 en Madrid, no pude dejar de leer este "Ensayo de una teoría de la visión" que ahora reseño. Su impacto fue grande; no conocía en poesía española nada igual.
   
      A Guillermo Carnero lo descubrí a través de la antología de Castellet, "Nueve novisimos poetas españoles", de 1970. Y aún ahora recuerdo al resto de autores de esa antología, que en mi juventud abrieron caminos hacia otras lecturas y hacia otras escrituras. De algún modo me reconozco heredero de ellos. Ya habrá tiempo de volver a hablar de los mismos. Era una mirada nueva, una visión nueva, sobre la poesía, sobre la cultura, sobre el arte, sobre el modo de asomarse a la realidad.

   En la biblioteca de casa guardo como un tesoro la segunda edición de este "Ensayo" de Guillermo Carnero,  de Ediciones Hiperión SL,, con el estudio preliminar de Carlos Bousoño.

   Creo que en la editorial Hiperión puede encontrarse esta recopilación de poemarios. Además en el mercado hay ediciones de todos sus libros y buenas antologías, bajo diferentes títulos, que también están, por supuesto, disponibles en internet. Os dejo esta otra recopilación bajo el título de su primer libro, pero que reúne su obra poética desde 1966 hasta 1990. Es de Cátedra.




Fernando Alda Sánchez



viernes, 17 de mayo de 2019

Imaginación y júbilo

La vida huele a tierra mojada,

al heno que segó la guadaña
y se almacenará en el invierno
en los almiares,  a la miel
que atesora la abeja con avara
intención. La vida huele a ti,
a tu anhelo, al orden de los libros
leídos y guardados en plúteos de niebla,
perdidos y no recobrados nunca
en los senderos que conducen,
borrosos y desmemoriados,
forasteros siempre en país conquistado,
hacia murallas y fosos,
barbacanas insalvables
cuyas dimensiones anotas
en un croquis amarillento
que abandonarás en la primera ocasión.
La vida es como unos niños
jugando con una caja de cartón
muy grande, imaginación
y júbilo, la felicidad que producen
los detalles sencillos,
una greca de añil pintada
sobre una pared
encalada,
unos geranios que acabasen
de abrir sus flores, racimos
de uva madurando al sol.
La vida huele a jaras, a romero,
a vino,
y viste sus galas de genista
en el alborozo de la celebración.
Hay estanques y fuentes,
y arriates de hortensias y jacintos,
arrayanes, lilos, moreras,
púlpitos de umbría y de palabras
que bajo bóvedas de sombra
enternecen el aliento
de una sabia conversación.
Es hermoso el combate que huye
de la zozobra cotidiana y alcanza
su expresión máxima en la victoria
inflexible del tesón y de la espera.
No la locura, sólo garabatos
para perfilar el éxtasis, antorchas de tinta
que no serán prendidas,
arena que no habrá de ser hollada,
la configuración de un espléndido
retablo que iluminará
incesantemente el transcurrir
amable de los años.

Fernando Alda Sánchez



miércoles, 15 de mayo de 2019

"La realidad y el deseo"

"La realidad y el deseo", obras completas de Luis Cernuda. Siempre me ha fascinado este poeta inclasificable (1904-1963), quizá por que era el que menos leíamos en las clases de literatura, o por que era del que menos se hablaba en la Generación del 27. Quizá no sabría decir por qué me gusta tanto este poeta sevillano, o sí sabría decirlo, pero prefiero callar, y en la ambigüedad del sentimiento y de la palabra, nombrarle, traerle al recuerdo, a la memoria, y volver a sentir la gracia de su palabra, la serenidad de sus versos, el misterio de su existencia. Brota su poesía, al releerla ahora, como agua nueva, vivificante.

Desde sus primeras poesías hasta "Desolación de la quimera", es para mí uno de nuestros mejores poetas contemporáneos, sin tratar, por ello, de hacer de menos a nadie. En sus poemas Cernuda nos dejó su vida, sus contradicciones, sus soledades, su lucidez y la belleza de sus versos, intensos, hermosos, lacerantes en ocasiones, tremendamente vivos.

Os dejo unas estrofas de su poema "Las ruinas", del libro "Como quien espera el alba" (1941-1944):

"Silencio y soledad nutren la hierba
Creciendo oscura y fuerte entre ruinas,
Mientras la golondrina con grito enajenado
Va por el aire vasto, y bajo el viento
Las hojas en las ramas tiemblan vagas
Como el roce de cuerpos invisibles.

Puro, de plata nebulosa, ya levanta
El agudo creciente de la luna
Vertiendo por el campo paz amiga,
Y en esta luz incierta las ruinas de mármol
Son construcciones bellas, musicales,
Que el sueño completó.

                                      Esto es el hombre. Mira
La avenida de tumbas y cipreses, y las calles
Llevando al corazón de la gran plaza
abierta a un horizonte de colinas:
todo está igual, aunque una sombra sea
De lo que fue hace siglos, mas sin gente".

Seguiría, sin duda, recitando el largo poema, y otros muchos, con profunda emoción. Vaya mi homenaje a Cernuda. Tuve la suerte de leer de un tirón "La realidad y el deseo", que como decía al inicio reúne toda su poesía entre los años 1924 y 1962, obras completas a la que el mismo poeta dió título, en la edición del Fondo de Cultura Económica, que hacía la sexta en esta misma editorial, del año 1981.

Entre otras muchas, hay una edición de "La realidad y el deseo" en Alianza Editorial que supongo no será difícil encontrar y de la que os dejo la portada:


Fernando Alda Sánchez


Tierra de nadie

Tierra de nadie,

que ni el escorpión
o el lagarto
adivinan como morada:
duros pedregales,
arbustos de azufre,
lugar exacto para el juicio
final en este Apocalipsis
en el que el alma se consume
y apaga.
Nada habita la nada,
sólo sierpes de aire
anidan en este páramo
de zozobra. Soledad,
un misterio que adorna
cautivos matorrales
que nunca fueron
consuelo de la visión
ni solaz o esperanza del tiempo.
Tierra de nadie que nadie
cultiva, y el polvo
ensombrece
más aún en terrible penumbra.
Arenas inertes,
feldespatos, esquistos,
el gneis en estado`
puro, diminutos
arácnidos que devoran
silentes raíces,
y entre sus quelíceros
rueda el vacío,
la absoluta extinción.
Tierra de nadie bajo tus pies
cansados, rotos de caminos,
dueño y señor de este desierto,
ínsula que es de tus últimos
días, como hambre
alimentando el hambre,
calvario y estertor final,
esa agonía que desciende
como un saurio
vitriólico por la garganta.

Fernando Alda Sánchez


Inscripción borrosa

Unas flores secas,

sin vida que adorne
la que fuera su belleza,
siemprevivas lacias,
sobre la lápida.
Una inscripción borrosa,
lavada y gastada por la lluvia
de un abril incierto,
acaso un epitafio
inconcluso, un atisbo
de memoria, recuerdos
todavía ardientes
aunque en extinción.
Más lápidas, más cruces,
más sepulcros vencidos:
sólo un ciprés rasga el cielo
azul, purísimo,
transparente,
de Castilla. Un camposanto
perdido en el silencio
de estas soledades,
de estos páramos
inhabitables. Sólo el sol
y la noche se suceden,
astros fugaces que acompañan
el rastro de las almas
en su último viaje.

Fernando Alda Sánchez


domingo, 12 de mayo de 2019

"La Regenta"

"La heroica ciudad dormía la siesta. El viento sur, caliente y perezoso, empujaba las nubes blanquecinas que se rasgaban al correr hacia el norte. En las calles no había más ruido que el rumor estridente de los remolinos de polvo, trapos, pajas y papeles, que iban de arroyo en arroyo, de acera en acera, de esquina en esquina, revolando y persiguiéndose, como mariposas que se buscan y huyen y que el aire envuelve en sus pliegues invisibles". Así comienza esta obra maestra, "La Regenta", de Leopoldo Alas "Clarín". La "heroica" ciudad es Vetusta y allí habitan los personajes descritos con absoluta genialidad por el escritor.

    Novela realista, novela psicológica, novela asombrosa, novela fascinante que viaja desde las miserias humanas hacia las alturas, retratando una sociedad y los que la habitan, llena de pasiones, cuajada de sentimientos y de disimulos.

    Es un libro para leer con tiempo, quizá sentado en un cómodo sillón, junto al fuego de una chimenea, para disfrutar, paso a paso, de la prosa exquisita y magistral de Clarín.

   Hay muchas y buenas ediciones que el lector sabrá encontrar en librerías o internet.



Fernando Alda Sánchez



En la tarde

Sombra de río,

luz y árboles,
en la tarde de julio
que dora alisos
e incertidumbres.
Hay un frescor permanente
que al alma viste:
un retazo de cielo
que se asoma entre
la frondosidad de las orillas.
No quisieras salir de allí,
mas la muerte urge
en cada paso de reloj,
aunque sabes
que Cristo te abraza
y Él es tu victoria.
Las últimas brasas del día
siguen ardiendo
en la mirada, el aire
duerme, se desvanece
la urdimbre de la tarde
y esperas el nacer
de las estrellas
en la misma boca
de la noche, sobre el agua
undosa, latiente,
que fluye hacia el infinito,
hacia el olvido
y la inocencia.

Fernando Alda Sánchez


sábado, 11 de mayo de 2019

Esa noche descubrimos la Vía Láctea

Esa noche descubrimos la Vía Láctea.

Los niños, por primera vez;
otros, la volvimos a soñar.
Millones de estrellas
ardiendo a años luz de nuestros
sentimientos, como pavesas
o rescoldos a años de vida de nuestras
soledades y sentires, flotando,
como el origen de todas las esperanzas,
el fulgor de Dios, el esplendor
de su Creación que sigue iluminando
las huellas que dejamos en el barro,
efímero rastro en las cumbres
de las montañas. Sed de Ti, Señor mío,
Dios mío, Abba, pues en el imaginado
alumbrar de las estrellas se que está tu aliento,
al igual que en la humilde paja
de los pesebres. Sed de Ti, Eterno,
tan inalcanzable y tan cercano,
que desde el fin del firmamento me buscas,
me hablas. Es ternura. ¡Oh, noche
profundísima!¡Oh, cedros que el aire
animan! ¡Oh, luceros y estrellas
que mi nombre escriben en la quietud
del alma en estos páramos de sombra,
de sol y de nada!

Fernando Alda Sánchez




"Poemas", Emily Dickinson

    Bajo el juanramoniano título de "La soledad sonora" está la selección de poemas de Emily Dickinson (1830-1886) realizada por Lorenzo Oliván, publicada por la Editorial Pretextos, en la Colección la Cruz del Sur (bilingüe, segunda edición, de marzo de 2010. Hay una primera de noviembre de 2001. Valencia). Se trata de una cuidada edición, con una tipografía y un papel magníficos. Reseño ésta pues es con la conocí la íntima, delicada, misteriosa, y magnífica poesía de Emily Dickinson, (Amherst, Nueva Inglaterra)  Publicó en vida 8 poemas de los más de 1.700 que escribió. 

    Es fascinante adentrarse en su alma, ir desvelando su escritura, adentrarse en los pliegues de su mundo esencial. Cuando la lees la sientes cerca, a tu lado, la descubres en lo que te rodea y te encantaría haber podido conocerla.

   Os dejo un pequeño poema y su fotografía:

"Este yo que trabaja y anda debe morir
algún hermoso o tormentoso día.
Haya allí adversidad
o una prosperidad desenfrenada,
la puerta del rumor fue cerrada tan firme
antes de que mi mente al fin naciera,
que ni siquiera el rapto de un presagio
puede hacer una muesca sobre ella".


Fernando Alda Sánchez

viernes, 10 de mayo de 2019

El dibujo de las corbatas

Hay senderos inabarcables

que conducen al mismo lugar
del corazón, al país
al que nunca se llega
y del que es imposible regresar
pues no has estado allí.
Quieres estar, pero no estarás:
ser, serás, pero no sabes
dónde, tal  vez en el infinito
fondo de las simas
no exploradas, en los repliegues
de las costuras de los abrigos
que no te pondrás,
en el dibujo de las corbatas
que guardas para los días
que no existen.
Es necesario volver a renombrar
todo cuanto vive y puebla
el mundo, con un lenguaje
esencial que anude sentimientos
y transmita fragancias,
valores, el latido perpetuo y sagrado
de vivir, de volver a vivir,
de seguir soñando en lugares
no soñados sueños de felicidad
que no soñarás nunca,
pero que recordarás siempre,
como si en verdad hubieses
soñado que sueñas,
sin soñar, y escribes
un verso muy triste, que habla
de noches y lamentos,
de abandonos,
del asalto increíble
que realizarás, desesperado,
sin respirar siquiera,
al baluarte en el que habita el olvido
que llevas dentro.


Fernando Alda Sánchez


"La saga/fuga de J.B."

        Un libro inclasificable esta saga/fuga de J.B., de Gonzalo Torrente Ballester. Un libro prodigioso que cuando lo leí abrió caminos en mi imaginación literaria. A Torrente Ballester le conocía por la trilogía de "Los gozos y las sombras", que había encontrado, quizá por casualidad, en la biblioteca del Colegio Mayor Nuestra Señora de Guadalupe, en la Ciudad Universitaria de Madrid. Lectura hermosa, sin duda, pues me involucré en esas peripecias que luego, con el paso de los años, fueron llevadas a la televisión en formato serie.
       Leer "La saga/fuga" fue un cambio radical de estilo, de formas, de contenido, de manera de mirar el mundo. Era un juego literario el que se desplegaba ante mis ojos y reconozco que me deslumbró. Aún recuerdo con nostalgia esos vericuetos en los que uno podía perderse sin temor pues siempre, aunque pareciese difícil, se encontraba la salida.
     Castroforte del Baralla, la ciudad imaginaria, que en algún viaje a Galicia con los amigos de juventud llegué a buscar en realidad, siguiendo el juego, tratando de hallar los personajes maravillosos y maravillados que pueblan la geografía del libro. Castroforte del Baralla, la ciudad que levitaba cuando todos sus habitantes pensaban lo mismo.
      Un cruce entre lo real y lo imaginario, en el más puro sentido de la palabra. Escritura gozosa, como gozosa es la experiencia del lector que se adentra en estas páginas brumosas, en las que se necesita de un buen mapa, además de brújula, para no perder el norte.
     Leí este libro en una edición del año 1980, de la Editorial Destino, colección Destinolibro, Barcelona, aunque la primera edición del mismo es del año 1972.
       Hay una reedición de la novela de este año, 2019, en Alianza Editorial, con prólogo de Andrés Barba, que se puede encontrar en librerías e internet. La edición que os comento de Destinolibro también la podéis encontrar. Os dejo la portada de esa edición. Un placer rescatar este libro de la biblioteca y recomendarlo.




Fernando Alda Sánchez





miércoles, 8 de mayo de 2019

"Nuestra Señora de París"

Aunque ya han pasado unos días, confieso que no me he podido resistir, tras el incendio triste y terrible que ha sufrido este templo, el traer al blog la novela de Víctor Hugo "Nuestra Señora de París". Es el mejor homenaje que podemos hacer a esta Catedral para sobreponernos de la profunda  y desagradable impresión que nos ha causado esta devastación. Y, con ella, debería venir aparejada la otra gran novela de este escritor francés que nos ha acostumbrado a narraciones corales, como  "Los miserables". Esmeralda y Jean Valjean, personajes inmensos, como inmensa es la obra de Hugo. Historias trágicas, historias tremendas. Con ellos nos identificamos desde el primer momento, como lo hacemos con otras figuras que aparecen en la narración. Podríamos ser nosotros en otro tiempo. O tal vez ahora. La vida se copia a sí misma.
Con "Nuestra Señora de París" nos adentramos en una ciudad llena de misterios, en el siglo XV,  plagada de personajes cuajados de pasiones humanas, vicios y virtudes, contemplados desde el espejo de las figuras góticas de la Catedral, una ciudad aparte, una ciudad con sus calles, habitantes y misterios, que nos cautiva desde el primer momento. Visité Notre Damme de muy joven. Leí el libro después, una suerte, pues ahora, mientras se llevan a cabo los trabajos de restauración tendremos que conformarnos con el libro.
Una gran novela, en definitiva, para leer con toda la emoción que el relato nos plantea. Sin prisas.
Entre muchas, hay una edición de Alianza Editorial, del año 2008, con traducción a cargo de Carlos Dampierre, que supongo no será difícil de encontrar.

Fernando Alda Sánchez



Inmóvil la tarde





A Elvira




Colinas, una fuente

fresca, álamos
dichosos, luz poniente
en la inmensidad de Castilla,
permanece inmóvil la tarde
en el último reducto de los sueños.
Es la claridad el aliento
que buscas desde la sombra,
la realidad diáfana,
una transparencia
inmerecida, como linfa o savia
que enalteciese la vida.
Es el paisaje ahora soledades
compartidas,
que el pábilo interior de tus pupilas
ilumina,  desde el silencio,
el abandono absoluto de los páramos:
en el corazón las semillas,
desoladas, de lo absurdo e inútil,
que aguardan su primavera,
un planeta desnudo e incierto
que tratas de sepultar en el olvido.
Bálsamos hay en los cielos
altos, en los horizontes sin fin,
en el destello del sol al herir
los límites de lo creado. Hay tierra
para enterrar las ruinas 
de lo ya vivido
y renacer, pujante,
en surco firme,
con la lluvia nueva
de un nuevo abril.


Fernando Alda Sánchez







martes, 7 de mayo de 2019

"Cantos", Leopardi

Giacomo Leopardi. Sus "Cantos" me impresionaron cuando los leí en mis años de estudiante. Tengo entre mis manos la edición bilingüe  de la profesora de la Universidad de Milán Loreto Busquets, de la Casa Editorial Bosch,  Barcelona (1980). Espíritu inquieto que no encontró la paz jamás. Sensible, contemplativo, con ansias de eternidad. Para almas despiertas que buscan sosiego. Dulces poemas, como éste, titulado "El Infinito":

Siempre caro me fue este collado
yermo y este seto, que de tanta parte
del último horizonte la vista excluye.
Mas sentado y contemplando, interminables
espacios más allá de aquéllos, y sobrehumanos
silencios, y profundísima calma
en mi mente imagino; tanto que casi el
corazón se me estremece. Y si del viento
oigo el susurro entre estas plantas, yo aquel
infinito silencio y esta voz
voy comparando: y acuérdome de lo eterno,
y de las estaciones muertas, y de la presente
y viva, y su sonido. Así, en esta
inmensidad mi pensamiento anega,
y el naufragar me es dulce en este océano.

Es, tal vez, uno de sus poemas más hermosos y de los más bellos que se han escrito nunca. En italiano, música pura. Merece la pena dejar soñar el alma en estos "Cantos".
Hay una edición de 2009, disponible en librerías e internet, de la editorial Cátedra, en la colección Letras Universales.

Fernando Alda Sánchez


Siempre junto al agua

Noche, jazmines,

galanes abiertos asomando
al silencio: sólo tu presencia,
Abba, en este jardín de almas.
Se que estás
aquí, en la brisa
invariable del sur,
entre los mirtos, quieto,
como los labios que quisieran
abrirse y nombrarte y decir.
Mecen tus brazos con ternura
de madre mi sueño
inquieto, y al trasluz
imagino, en la duermevela
más dulce, que soy alondra
en tus manos, aire
nuevo, el respirar
pausado de un arcángel
que en el fondo de la memoria
habita. Tú o nada.
En mi patio, junto
a un plato de dátiles,
espero tu visita,
bajo el sosiego de la luna,
siempre junto al agua.


Fernando Alda Sánchez


lunes, 6 de mayo de 2019

"1984", George Orwell

Otro autor contra todo totalitarismo, George Orwell. Su 1984, que parece que nos queda lejos si pensamos en el año, bien puede ser la sociedad de nuestros días. Una visión ácida y lúcida de a dónde nos conducen los totalitarismos de cualquier signo. ¿Vamos a permanecer mudos, sordos, ciegos, ante lo que tenemos frente a nosotros? 1984 puede ser 2019. El Gran Hermano nos impone su dictadura, nuevas inquisiciones surgen por todas partes, corporaciones lejanas manejan nuestros datos y nuestros gustos, quizá también, sin saberlo, nuestra voluntad. Lo leí hace muchos años en Biblioteca Básica de Salvat. Lo tienes en una edición reciente de la Edidtorial DeBolsillo, del año 2018.

Fernando Alda Sánchez




Más allá de la muerte y de las estrellas

Luz del Sur, un luminoso

balcón que se abre al día,
mientras el Ángelus
detiene el reloj escondido
que duerme en las penumbras
del espíritu. Sed de Ti,
amor tan grande.
El infinito paisaje
del archipiélago de la vida
se hilvana en el instante
que retienen mis ojos:
Presencia. Está aquí,
oculto en las entretelas
de la luz, respirando,
desde siempre.
Desea ser amado, es Amor.
Estás en Él, eres Él.
El agua eterna de su pozo
conduce a las moradas del cielo,
más allá de la muerte
y de las estrellas.


Fernando Alda Sánchez

domingo, 5 de mayo de 2019

Encuentro

El alma sueña bajo la sombra

de los alisos que un torrente de agua
nutre, y en el frescor está el Paraíso,
la quietud de Dios que habla
en voz muy baja, susurrando
desde el cénit del día.

El tiempo ya no reina, la luz,
detenida, no sigue su curso,
solo amor es entonces
uno con el Amado.
Si es música o deleite,
no lo se, más el infinito
se ha llenado de eternidad,
así noches y días pudieran ser del estío,
embriagado de amistad tan grande
que las aves que en ese lugar
anidan son silencio y transparencia,
y el pulso late espaciado como si no quisiera
causar disturbio en el encuentro.

Fernando Alda Sánchez




"El cero y el infinito"

Inquietante libro "El cero y el infinito", de Arthur Koestler, de imprescidible lectura ahora que volvemos a estar amenazados por los totalitarismos que nacieron con el siglo XX. No podemos renunciar a la libertad y a sus principios. Son muchos los enemigos que amenazan la misma, enemigos visibles e invisibles que acechan tras las telarañas digitales o a la vuelta de la esquina, desde la política, la economía o la vida cotidiana. Que el desasosiego no nos abandone, para que no perdamos la conciencia.


Fernando Alda Sánchez


Ínsula Barataria, república de las Letras

Con corazón cervantino abro la puerta de esta Ínsula Barataria, república de las Letras. El bien más preciado del ser humano, la libertad, como dijera Cervantes. Aquí encontrarás, querido lector, libros para volver a leer y poemas que he escrito y seguiré escribiendo, en esta biblioteca digital que tantos caminos nos ayuda a recorrer en estos tiempos convulsos, "recios", que diría mi paisana Santa Teresa, que nos toca vivir.
Libros quizá olvidados en el fragor de la batalla de las novedades editoriales, siempre prestas a captar nuestra atención. ¿Quién no volvería a releer El Qujote, Himnos a la Noche o Macbeth? Por citar tan solo algunos . Todos tenemos libros olvidados en la memoria y en el alma, libros que son nostalgia y neblinas, y que las prisas del mundo convulso en el que vivimos no nos deja ni recordar ni volver a leer. ¿Por qué no hacerlo? Os iré proponiendo sugerencias, pequeños detalles.
Con vuestro permiso os iré dejando alguno de mis poemas, alejados de modas, de corifeos literarios, de gustos y estilos. Poemas del alma, que buscan la belleza, que es el rostro de Dios.

Fernando Alda Sánchez