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miércoles, 27 de septiembre de 2023

Azul el día, 21

 


22



Descalzo en el jardín,


unos dedos de luz entre la hierba,
el talón como una flor de humana
presencia, acaso soñando
con los pasos que perdiste en aquel prado,
mientras el sol ascendía
hasta las alturas sin nombre
del silencio, y era julio,
o eso parecía
en los calendarios, y te habías
abandonado a la suerte de los pájaros,
de su vuelo inconsútil que asperja
la mañana de una dorada
alegría que todo lo consuma y ofrece.


Fernando Alda

jueves, 21 de septiembre de 2023

Azul el día, 20

 


20


Esbelta luz, presencia,

el nombre de los cielos,
un arder de nubes y pájaros,
como ascuas que prende
el alba, aleluya,
Dios contigo, la voz que clama
entre los montes y es memoria
de otros días, el tálamo en el que yace
núbil la esperanza, la blanca
mañana en la que se desposan los recuerdos.
Seguir mirando, como ausente,
perdido el rumbo entre las cenizas
de las estrellas, en esa estancia 
en la que guardas los secretos y las esencias,
los pétalos marchitos que se fueron
desvaneciendo en la corola del tiempo,
flor de espera que sobre la ventana
va diciendo tu nombre,
llamando a la infancia que no fue,
los sueños nunca recobrados,
el círculo de la vida que permanece
oculto, olvidado acaso,
en la penumbra, y también te llaman
como un espejo de niebla
que reclamase la imagen
de tus lágrimas, los surcos que dejaron
en el rostro de barro con el que cada mañana
amaneces. Así, ahora,
sobre el humo de las quimeras
y los engaños,
en el cielo,
la certeza, el sabor que derrama
en tus labios mientras en ti
alumbra el esplendor
que viene a decirte: despierta.


Fernando Alda



miércoles, 13 de septiembre de 2023

Azul el día, 19

 





19

Unos pétalos de rosa entre las páginas

del cuaderno en el que escribes estos versos,
un aroma de melancolía o de claveles
derramándose sobre un libro
en el que está escrito aquello que se parece
a tu vida, y ahora es memoria,
un despertar, el aleteo de la primavera
en los arriates de la luz,
que viene vertiginosa,
excelsa aclamación de los sueños
dibujados en el lienzo de unas nubes
de blanco purísimo, humo de incienso
o nieve de verano que se derrite
al besar la copa de los árboles en este bosque
crecido en la altura y la transparencia,
acaso el cielo de Gredos, ese espinazo
de roca ardiente, un abrazo de labios
que son besos, y regresas a la palabra,
a lo que la estilográfica va trazando
en el papel y es un mapa del tesoro,
de lo que oculta el viento bajo sus párpados
cuando pasa tan errante,
como llevando las cenizas del día,
de los años que dejaste en un búcaro
tal si fueran flores de polvo,
las alas rotas de un ángel
que murió contigo
en el reflejo de la aurora, esperando que sobre los árboles
creciese una corona de esmeraldas
y malaquita, la ofrenda del silencio.


Fernando Alda

miércoles, 6 de septiembre de 2023

Azul el día, 18

 


18


Un incendio de calandrias o alondras

en el filo del alba, con los ojos
en llamas por las lágrimas que se fueron
desprendiendo de la noche,
y ahora son perlas, en el silencio,
el nombre por el que te nombran,
y es memoria de otro país,
abandonado en la ausencia como un racimo
de glicinas, de gladiolos
blancos, sobre una colcha que cubre
el lecho en el que naciste
y ahora recuerdas, entre la niebla
que oculta los rostros desencajados
del dolor que te fue habitando
en el deseo de libertad de un pájaro
cautivo  que desde el fondo
del aire clama por un vuelo
sobre los prados, allá en las cordilleras
del misterio, sabiendo que nunca
saldrá de la jaula que ahora es prisión
y oprime su canto, un melancólico
ascenso hasta las regiones
más límpidas que soñar
pudieras en este desierto
de muerte en el que llueve
una tristeza sin alma,
un solo reflejo, como no ser
o clavar la mano en la arena
cuando caes en el abismo
de las tinieblas y nada sostiene
tu inestable descenso: ahí estás,
soñando en la última esfera,
antes del círculo y de la sombra.


Fernando Alda

lunes, 4 de septiembre de 2023

Azul el día, 17

 

17



Azul el día, como el cielo


en el que se refleja, un espejo
de noches, azules también,
con hambre de auroras, de estanques
púrpura en los que el sol baña
su torso de oro, músculo de luz,
y es un vaso de ausencias,
perdido asombro, que amalgama
desnudos patios del sur,
cuando el agua es promesa,
plata de sombra, jardín
interior que se derrama en cabelleras
de umbría, largas antorchas de estrellas
que van dejando sueños
sembrados, hilvanados de cristales
de hierba en el perfil insomne
del recuerdo que espera en las alas
ateridas de la mañana, como un beso
en la mejilla del albor que te circunda.


Fernando Alda