Buscar este blog

jueves, 28 de julio de 2022

Las alas de Ícaro, y 52

 




LII



Navega el barco de la melancolía

entre las aguas del olvido, junto
a los acantilados de la desmemoria.
Estás, eterno el dolor,
oscuro,
junto a las islas de la desolación,
en una ciudad de torres y muros
de piedra y barro, bajo la sombra
de los sicomoros en los que crecen
las hespérides del llanto, como el último
adiós que pronunciaste en los puertos
que sueñan en el oeste con mares
de tibias aguas, con la espuma
rizada que en la noche se derrama
como una bendición de estrellas muy altas.


Fernando Alda


Con este poema, que hace el número 52 del poemario, finalizo 
la publicación de "Las alas de Ícaro",
que ha ido apareciendo, con mayor
o menor fortuna, en este blog, cuando hoy es 28 de julio y el calor
aprieta en estos campos de Castilla y 
en toda España, mientras los días siguen siendo
largos y en las noches
se prenden las estrellas
como candelas
de nuestra
 memoria.


LAUS DEO

martes, 26 de julio de 2022

Las alas de Ícaro, 51

 


LI


Es la mirada de la aurora,

la tierna voz de tu madre
que te llama a merendar,
la tarde de verano que se alarga
y alarga y no parece tener fin,
infancia, sueños sobre sueños,
y despertar en medio de la luz
y de la tierra, bajo la sombra de un olmo,
jugando no se sabe a qué,
como esa sensación entre los dedos
ávidos de ir descubriendo el mundo.


Fernando Alda


lunes, 25 de julio de 2022

Las alas de Ícaro, 50

 



L


En tus versos perdura

constante esa llama sagrada
que se encendió al nacer la luz,
y que viaja con el viento,
más allá de la muerte,
con los rescoldos del habla,
de lo escrito, de poema en poema,
y amanece cada día
en la escarcha y la melancolía,
ardiendo siempre
en la hoguera
que te anima y alumbra.


Fernando Alda


jueves, 21 de julio de 2022

Las alas de Ícaro, 49


IL



El de poeta es el oficio más humilde

de cuantos hay en el mundo,
puede que el más triste y peor pagado, 
de esos que casi nadie
quiere o comprende. Pero aquí estamos
los que seguimos cantando
al fulgor de la hierba o la ruina,
al beso de la aurora,
al amor hasta el extremo,
a los sueños y deseos hechos astillas.
Como siempre,
desde que Dios alumbró la luz
y todo comenzó a ser y a separarse
y latir, a caminar.
Hermoso oficio éste, sin duda,
que restaña heridas
y enciende el fuego
en el corazón
indeciso de los hombres.


Fernando Alda

miércoles, 20 de julio de 2022

Las alas de Ícaro, 48

 

XLVIII


Han vuelto los carboneros

al jardín, para acompañar
la soledad de la que se viste el poeta,
y es mediodía, y el sol
alumbra un silencio entre azul
y plata, bajo el verdor que perdura
en la sombra, junto al agua
y al mejor rosal de tu casa.


Fernando Alda




lunes, 18 de julio de 2022

Las alas de Ícaro, 47


 XLVII


La noche se cierra en estrellas

bordadas en el silencio de Castilla,
puede que Aravieja, que retorna
entre una bruma de pájaros,
y en el fuego del hogar se escribe
una canción muy triste
sobre una vida devastada.
Con la muerte no se acaba todo,
las cenizas florecen,
bajo el aliento de la helada
late fuerte el corazón,
que sigue llamando,
y en la soledad alumbra
un rescoldo que se aviva en medio
de estos encinares de piedra y musgo.
Lejos están ahora los deseos,
los sueños blandos,
es tiempo de resistir
en el círculo resplandeciente de la luna
de enero y el aullido
desolado del lobo herido y viejo.


Fernando Alda

lunes, 11 de julio de 2022

Las alas de Ícaro, 46

 


XLVI



Vuelve ese silencio no usado

nunca, el que da perfil a la rosa
que acaba de abrirse y ofrece
su aroma primero en la mañana,
esa esbelta espadaña desde la que suena
ahora una campanita
cuya voz se pierde en el pinar,
entre lo que has soñado y está por venir.
Así se alza lo que estás viendo
y será memoria, cuando en la noche,
junto al ábrego fuego que te moja,
en soledad,
pronuncies los nombres
de lo que fue quedando en el equipaje
del día, en la maleta vieja de cartón
en la que quedaron guardados
los esplendores de aquello que ardió
en su belleza mientras se deshojaban
las horas, acaso lágrimas o perlas,
en un reloj oscuro de viento.


Fernando Alda

viernes, 8 de julio de 2022

Las alas de Ícaro, 45


 XLV



El mirlo, otra vez,

en su visita inesperada,
con la bendición de los días,
su círculo apacible,
la luz y el tiempo derramándose
en silencio, nada que turbe
esta sensación de flotar en el día,
y es un jardín lo que te rodea,
un instante que no volverás
a vivir, tú vivo, y el mundo quieto,
en la paz que solo Dios sabe
dar, una plenitud de alondras
que alzan el vuelo desde el manzano
en el que se pone el sol
y la tarde se apaga.


Fernando Alda


martes, 5 de julio de 2022

Las alas de Ícaro, 44

 


XLIV



Junto a las colinas el manantial 

del agua de sombra, tras los cortinajes
de la niebla, en ese retablo
en el que se representa la vida,
la comprobación de que aún laten
las entrañas más allá de la simple 
existencia. Ofreces todo lo ardido
dentro de los hornos del corazón,
las flores deshojadas,
las astillas de la sangre,
las miradas
con las que acariciaste cuanta belleza
se alzó ante tu rostro, los colores
de un arcoiris de tiza pintado
en la pared del asombro: enigmas
que has ido dejando sin resolver
en las orillas del mar, en la arena
que las olas besan y la sal lustra,
y que es un abrazo de mariposas
o luciérnagas en las caléndulas
recién brotadas
que van despidiendo
la tarde como quien dice adiós
por primera vez, sin cansancio,
pensando en el regreso.

Fernando Alda



lunes, 4 de julio de 2022

Las alas de Ícaro, 43

 


XLIII


Tan de azul, sus ojos,

como el cielo,
que siempre esperan
la redención del barro,
el origen, la luna nueva
que inicia su viaje
en la arboleda de las estrellas.


Fernando Alda