XXXI
Días de ceniza y sombras,
de funestos augurios, de viento
turbio, de lágrimas
ácidas, de ese respirar
entrecortado en la frontera
de la nada y la niebla.
Arderá todo entonces,
los sueños y el deseo,
violentamente,
con carbones sanguinolentos
que marcarán los angostos
caminos y los abismos,
las nubes de tormenta
y las hojas arrancadas
a los árboles. Solo
desolación.
Fernando Alda
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