La lluvia vela estos pórticos
de piedra, entre las columnas,
el tiempo ha tejido una tela de araña,
hilvanada con retales de memoria.
Acaso un suspiro,
una mirada furtiva,
podría ser el mundo,
o solo el peso de un gorrión,
la levedad de una lágrima
en la mejilla en la que se encienden
los sueños. Así abro
los ojos, tan cansados,
con la ternura de la madre
que ve por primera vez a su hijo,
y escribo estos versos para vivir
sin pensar en la muerte.
Fernando Alda
No hay comentarios:
Publicar un comentario