Arboledas al aire, el frescor de la sombra,
el consuelo, álamos, alisos,
abedules, olmos, fresnos,
y el río, que va al mar,
seguro, como segura es la muerte,
prende en mis ojos
una nostalgia por las ausencias,
por los epitafios de todo cuanto se fue,
y es ahora, en este momento,
bajo los árboles, cuando mi canto,
que es liberación y asombro,
hace arder, entre pavesas o recuerdos,
aquello que fui y hoy entrego,
por fin, a la estación del tiempo.
Fernando Alda
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