Mira el mirlo mi soledad,
la ausencia, la silla de anea
desfondada sobre la que se sienta
el desamparo, y me acompaña
con su mirada, la aureola del abandono
en mis ojos, los harapos
con los que me cubro,
y sigue mirando,
comprendiendo, para que no esté
solo, en esta tarde de junio
en la que el viento se ha ido a dormir
y las estrellas han de dejado de brillar.
El mirlo.
Fernando Alda
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