En el mediodía, la luz
desbordada, una mariposa
blanca en el azul transparente
del cielo, cuando escribo
unos versos, apenas nada,
tinta triste sobre un papel viejo,
una arruga más en el reloj,
solo la compañía del silencio,
en oración, Abba,
esperando siempre como el que espera
reflejos en el agua muerta
del estanque, la voluntad
y la bendición de saberme
vivo mientras la tarde llega.
Fernando Alda
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