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jueves, 10 de diciembre de 2020

Ínsulas en llamas, 41

 

XLI


Ausencias y desasosiegos

en ese ajedrez, en esta tumba
de nieve, en este enero
sin alfombras,
en este muro en el que habitan
la madre del hielo y la cellisca,
sin luceros que son besos
de la luz primera,
el alto respirar
de las azucenas y las alcobas,
el color de las amapolas
sin cielo, un abrazo
de sangre que se pierde
entre las horas, el mundo
inmenso.

Fernando Alda

miércoles, 9 de diciembre de 2020

Ínsulas en llamas, 40

 


XL


No vino nunca el viento a peinar

tu Cabellera de Berenice,
el fulgor del hambre,
la reseca tierra,
esa música imperceptible
que viste de luz los filos de los cuchillos,
las aristas de la mesas.
Canto hoy por los tiempos idos,
por el mundo antiguo de las sirenas
y los cíclopes,
la voz rota de los misterios,
el incienso que adorna
unos versos tan amargos.
De aceituna y noche,
madera fuerte,
la sombra de la luna
sobre estos tapiales desolados,
un furtivo lamento
por los adobes que destruyó la lluvia.
Ahora te nombro,
incierto sueño,
como la palabra quebrada
que describe estas ciudades 
en las que voy recordando
torres y almenaras,
el dibujo de las nubes
en la pupila del día.
No hay retorno
para tantas lágrimas,
ni se encenderán hogueras
para calentar el alma,
perdida ya en estas soledades
de plomo,
en los camposantos del alba.

Fernando Alda

martes, 8 de diciembre de 2020

Ínsulas en llamas, 39

 


XXXIX


Fulge perenne la muerte

en las estancias de los hombres,
corona votiva de dolor,
el humo último, tan acre,
que dejan nuestras cenizas.
En campo abierto,
sin abrigo,
está el temblor de los párpados,
la raíz seca del agua,
el sueño quimérico de las estrellas
en estos senderos de soledad
y de gloria que recorren
nuestros pasos yertos,
ateridos de tanta escacha
como se ha quedado
prendida en los rosales
imaginados de mayo,
que aún no es.
Atardece y me preguntarán
por el amor, por todas
las ausencias, por los abandonos
ciertos, por la colección
de máscaras entre las que escondí
la valentía o el honor para ser.
Los cielos son hoy el mar
del naufragio,
el tiempo que se acaba
en vanas disputas de polvo,
el tuétano atormentado
que crispa el corazón,
ínsula ardida, y lo reduce,
cautivo,
sin armas, a un exilio
de hielo y amenazas.
Tristes flores, un epitafio triste,
en estos cementerios
de almas, de deseos
sepultados bajo la arena
árida y agreste de la desolación.
El espejo de tu cuarto
se torna el retrato en sepia
de lo que se fue y no habrá
de volver a ser, esa fuente
que perdió su flujo
y ahora no es más
que recuerdo. Como el aire
cuando se va.

Fernando Alda



domingo, 6 de diciembre de 2020

Ínsulas en llamas, 38

 


XXXVIII


Fragor de sangre,

el ruido del agua
al herir los cielos,
un vuelo nocturno
de ausencias y desmemorias.
Como estrellas.

Fernando Alda

viernes, 4 de diciembre de 2020

Ínsulas en llamas, 37

 



XXXVII


Las altas escalas de la tarde

han terminado por asaltar la noche,
por encender los rescoldos
de las estrellas en las cenizas del día.
No es la voz la que ahora 
resuena tras la lluvia que se fue,
pasos perdidos y recobrados
en el dédalo de la memoria,
como el viento en la huida,
jinetes cabalgando que sueñan el alba.
Sin tierra bajo los pies,
como las nubes,
anunciando un albor de pájaros,
la celebración de los cielos.
En campo abierto, el desasosiego,
el fragor de la batalla, la sangre
última, solo tú.

Fernando Alda

miércoles, 2 de diciembre de 2020

Ínsulas en llamas, 36

 


XXXVI


Los últimos días del invierno

presagian atardeceres cansados
en la mirada de hielo de las nubes.
Los árboles han comenzado
a brotar y hay pájaros
que llenan asombrados
el jardín de casa.
Tal vez un  verso de Virgilio
se enciende por un instante
en las brasas de la memoria
y el sabor del vino,
a cerezas y lunas viejas,
a leños duros y a tierra,
te devuelva otros días,
otros afanes,
que fuiste dejando en el camino
abandonados al viento.
La vida regresa,
pero no sabes si habrá
retoños en tus huesos,
si la carne, aún adormecida,
dará flores, o si en los ojos
se velarán la muerte o la tristeza.
Pasos largos encontrarás
en el regreso de las prímulas
y los asfódelos,
en las primeras lilas 
que se abrirán,
en el dulce desgranarse
de las horas en el reloj de la luz,
y habrá misericordia,
acaso consuelo.

Fernando Alda

martes, 1 de diciembre de 2020

Ínsulas en llamas, 35

 



XXXV


Dibujar cielos de otoño

en la superficie del agua
de los estanques,
como nubes ateridas de frío,
un beso de muerte,
las alas que perdiste,
el ajuar olvidado del tiempo,
el largo caminar
de las noches al filo
del amanecer.
Así los días,
un desvanecerse
de algodón, bajo
los helechos y la lluvia.

Fernando Alda