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martes, 22 de septiembre de 2020

Ínsulas en llamas, 2



II


Aves incendiadas cruzan


la luminosidad de la tarde

como tizones en una hoguera

de tristeza, lágrimas de luz

o restos del último sol que se consume

en los ojos de la noche.

Así tus recuerdos,

que vuelven a la vida,

como el que nace

de la nieve y pierde

altura al hundirse

entre la hierba.

No regresarán,

pese a todo,

el ardor, el oro

de la sangre,

la extensión de la mirada,

el dulce caminar de los días,

solo vino amargo,

tal vez ceniza,

un recordar perpetuo

de los senderos que no 

te llevarán a ninguna

parte, o es silencio,

o nada, pavesas de las horas

inconclusas,

nostalgia de haber sido,

una llama fría 

que lame la arteria

coronaria de tu corazón

dormido. Basta.


Fernando Alda Sánchez




   

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