El paraguas que duerme
esperando otras lluvias que no acaban
de llegar o el beso que te dejaron
en la frente muy de mañana,
cuando aún soñabas,
son esos pequeños detalles
que agradeces al comenzar el día,
en el que esperas salir ileso
de entre la maraña de soledades
y melancolías con las que te envuelve
el tiempo, como la hoja que cae
del árbol y desea alcanzar, en su vértigo,
el suelo, para no verse
presa del viento.
Fernando Alda
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