Una doblez en las alas
de un alcaraván,
un élitro roto en la transparencia
de la mañana,
unos papeles manuscritos
que el viento que entra
por la ventana abierta desordena,
la bufanda vieja que tanto te abriga
en los días de frío o las gafas
que no encuentras, dejadas al azar,
entre libros, cuando más falta
te hacen. Así, tus días, o las noches,
también, buscando los senderos
del sol y la luna, entre la niebla,
en este laberinto de ausencias
y desmemorias.
Es ese poema de Novalis,
acaso uno de Pessoa, puede que otro
de Kavafis, en el fluir de las nubes
hacia el oeste, hacia otra Ítaca,
allí donde se extingue el día.
Entre las manos, la ceniza de la aurora,
la desolación, el reto interminable
de hacer crecer la lluvia
dentro de un vaso. Son esos sueños
imposibles los que te devoran.
Fernando Alda Sánchez
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