IX
La palabra no alcanza
para nombrar la herida
abierta en medio de la nada.
Solo hay noche,
una melancolía deshabitada
que muerde
fieramente la pulpa del alma
y la hace sangrar.
Silencio más allá del silencio,
un rumor de palabras
mudas, necias sentencias,
papeles muy tristes,
un barco desarbolado
que acaba de incendiarse.
Así el vacío, la mano
torpe que palpa en las tinieblas
buscando un corazón,
el ojo ciego, despoblado,
esas ruinas que la hiedra
invade y no alcanzan
una orilla en la que morir.
Fernando Alda Sánchez
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