Un destello en los ojos,
acaso la fiebre de las flores
que fenecen, esa nube
que acompaña la tristeza
que te nace en la voz
al cantar esos fados
que encontraste en los bolsillos
de una vieja chaqueta
que quedó olvidada en un perchero.
Amanece y todo te nombra.
Fernando Alda
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