Éste que ahora se inicia es un "Cuaderno de viaje", haciendo honor, también, al diseño del cuaderno en el que lo voy escribiendo de puño y letra, un viaje espiritual y poético, de la mano del sexto sentido que el poeta tiene para asomarse y entender el mundo.
Siéntalo así el lector, como un itinerario sin rumbo fijo, para viajar entre las nubes y las colinas, por senderos desconocidos, para llegar a ninguna parte y a todas. Para vagabundear por los mapas y paisajes inciertos del alma.
1
Es este el cuaderno de un viaje
quizá sin retorno,
que habrá de llevarte
más allá de las viejas
colinas que ahora
contemplas,
en la espera del fuego,
bajo la escarcha de los días,
la desmemoria y sus ausencias,
como esas ramas quebradas
que irán llenándose,
irremisiblemente, de olvido,
y luego irán como pasto seco
a la hoguera.
2
Esas estaciones
de ferrocarril, ya abandonadas,
como rosas de ruina
y herrumbre, un clamor
de hiedras y amapolas,
en medio del abandono,
en la tierra de nadie
que nadie reclama.
3
Alcancé las cataratas de la noche,
allí donde se abisma,
en el lago en el que se ahogan
las estrellas, como luciérnagas
en el pozo de los besos, y no hallé
el horizonte, el final
de estos pasos que se perdieron
en la arena, en la hierba
y su esplendor.
Fernando Alda
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