31
Hay muchas lágrimas
lloradas que nadie ve.
¡Tanto dolor!
¡Tanto abandono!
Por la ribera del río,
la sola muerte,
de azul y espera.
32
Cuando en el poema
falta el aire, cuando el corazón
no respira,
y en la luz hay cristales
que son espadas...
entonces, solo es posible
cerrar los ojos y soñar.
33
En el atardecer,
una mirada de lluvia,
la niebla de los años
hilvanada en el deseo,
la voluntad perdida,
tu nombre solo.
Fernando Alda Sánchez
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