34
Quedaron lejos los años
y los caminos,
los amaneceres y su esplendor.
Retorna siempre,
tu casa espera.
35
Solo la fidelidad
de la luz entre tus manos,
alumbrando adentros,
estancias nuevas,
para estrenar la voz
que debes al viento,
bajo la sombra de una higuera.
36
En el aire, el asombro
de los días de lluvia,
el beso del sol,
un ramo humilde de amapolas
deshojándose junto
al camino cuando la tarde
fenece en su desasosiego.
Fernando Alda Sánchez
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