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lunes, 11 de julio de 2022

Las alas de Ícaro, 46

 


XLVI



Vuelve ese silencio no usado

nunca, el que da perfil a la rosa
que acaba de abrirse y ofrece
su aroma primero en la mañana,
esa esbelta espadaña desde la que suena
ahora una campanita
cuya voz se pierde en el pinar,
entre lo que has soñado y está por venir.
Así se alza lo que estás viendo
y será memoria, cuando en la noche,
junto al ábrego fuego que te moja,
en soledad,
pronuncies los nombres
de lo que fue quedando en el equipaje
del día, en la maleta vieja de cartón
en la que quedaron guardados
los esplendores de aquello que ardió
en su belleza mientras se deshojaban
las horas, acaso lágrimas o perlas,
en un reloj oscuro de viento.


Fernando Alda

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