Buscas el solecillo,
junto al muro en ruina,
cuando es otoño y el invierno
asoma en la ventana
rota del corazón,
aterido sueño,
y te acaban de regalar un libro
con los cantos de Leopardi,
en italiano,
y es música lo que suena
en tus oídos, el infinito
de la poesía,
ese lugar habitable
en el que el fuego
enciende memorias
y el vino es pasión
o tal vez una mirada.
Fernando Alda
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