Viajaste hasta el país
en el que florecen las mimosas,
amarillas hogueras,
en el esplendor de los cielos,
para hallar, bajo su calor,
el beso del aire y de la luz,
más allá de la melancolía
del agua, que va escapándose
entre los arroyos y las nubes,
hacia la patria herida
de todos los héroes.
¿Cómo no recordar,
entonces, el barro
frágil del que estamos hechos,
o el vuelecillo de una alondra
que busca refugio en los aleros?
Fernando Alda
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