En los labios del viento
se pronuncia el nombre
de las veletas,
con las que juega
en los atardeceres,
con la luz del oeste.
En el viento,
las auroras rotas, la vieja
herrumbre que nos nace
en los ojos y no nos deja mirar.
Y ahora, el asombro,
al recorrer estos paisajes
que parecen nuevos
y regresaron de los aires
extraños, de las regiones
que queremos habitar,
campos sin topografía,
un planisferio de errores
y ausencias.
Mas todo es nuevo,
al volver la esquina
transparente
en la que se quedaron
a vivir los sueños.
Fernando Alda
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