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miércoles, 17 de junio de 2020

Fiebre


Asombrado respiras la luz que se fue

y se te encienden los pulmones por dentro,
como si lámparas de aceite
alentasen un resplandor sagrado,
la llama que no duerme,
el vigía de la eternidad: alerta,
centinela, que el día está al llegar.
El tiempo no alberga dudas
posibles, es como una cuchilla
que saja tejidos y separa vértebras,
los eslabones que van engarzando
la vida, ese hecho sucesivo
y terrible que nos asalta en las esquinas,
el alma o el existir,
es el atraco de lo que nunca
hemos dibujado, de lo no respirado
y sin embargo sentido,
de la leche con la que nos amamanta
el dolor, ácido
remedio que alimenta aún más
la fiebre
con la que seguimos caminando.

Fernando Alda Sánchez

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