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viernes, 26 de junio de 2020

Tierra de nadie



Tierra de nadie,

que ni el escorpión
o el lagarto
adivinan como morada:
duros pedregales,
arbustos de azufre,
lugar exacto para el juicio
final en este apocalipsis
en el que el alma se consume
y apaga.
Nada habita la nada,
solo sierpes de aire
anidan en este páramo
de zozobra. Soledad,
un misterio que adorna
cautivos matorrales
que nunca fueron
consuelo de la visión
ni solaz o esperanza del tiempo.
Tierra de nadie que nadie
cultiva,
y el polvo ensombrece
más aún en terrible penumbra.
Arenas inertes,
feldespatos, esquistos,
el gneiss en estado
puro, diminutos
pedazos de un universo
que se extingue en llamaradas
negras, deshabitado,
y en el que solo la muerte
ha clavado su bandera.

Fernando Alda Sánchez

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