III
Tanta ternura en el beso
de esa madre que despide al soldado,
sabiendo que no regresará
del frente, así hoy
la nostalgia, las manos rotas
de la estatua de mármol que fue
desenterrada en Pompeya,
el albo aliento de la luz
al deshacerse en estas nubes
que coronan el día y volverán al mar,
que todo contiene.
Una melancolía de fuego
viste el iris de la sombra,
el nacimiento de las voces
que recuerdan el paso de la batalla,
los ojos de la hidra,
la pregunta terrible de la esfinge,
el mundo inmenso
a tus pies, sin tú saberlo.
Fernando Alda
No hay comentarios:
Publicar un comentario