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sábado, 19 de marzo de 2022

Las alas de Ícaro, 5


Avanza el despertar del sol


como un ramo de acianos,
en las colinas los restos
de la devastación de la noche,
que ha caído en sus promesas,
y viene el día también en añicos,
pobre vidrio roto sin ventana.
No alcanzará la luz su cenit
tras esas nubes de carbón antiguo, 
despertado en las turberas del alma,
allí donde se atesora lo no sido,
lo muerto, y resplandece en las médulas
un fulgor de deseos desmayados,
de lenguas exangües, de mitos
despedazados. Torna el viento
por donde solía,
por esos caminos
ignotos en los que la sangre
se vuelve rutina,
robado el fuego, sin humo
coronando los hogares,
como si el mundo fuese a acabarse
de golpe, hastiado de tanto girar.


Fernando Alda

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