XXX
En los árboles de la nieve
arde en lenguas de humo el incienso
perdido que no alcanzó la transparencia
del cielo. Es esa melancolía que se produce
al caminar descalzo sobre la hierba,
mirando el pájaro azul que otea
desde la torre de la niebla
la transhumancia de las ideas, la voz
que resuena en el laberinto
de bronce, la esperada sombra
que firma estos últimos días del mes
en curso, cuyo nombre no importa,
pues es memoria y consuelo
frente a la abatida silueta
de la ruina del mundo.
Nada se descarta, reina el viento,
al que debes tu sola presencia,
la noche esperando, sin defensa.
Fernando Alda
Precioso poema, Fernando!
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