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lunes, 30 de mayo de 2022

Las alas de Ícaro, 31


 

XXXI


Estatuas de piedra dorada,
poetas muertos, poemas anónimos,
un viento del este, en la frontera,
que viene
a verte, con las manos vacías,
como el hambre,
salutación del olvido,
esa senda entre las flores
en la que se perdieron la voluntad
y el deseo. El mar no alcanzará
nunca estas orillas de tristeza
y asombro en las que muere,
todos los días,
la voz que debes a este otoño
en el que crece el fruto
del dolor, el verso
suelto que algún día encontrarás
en la fiebre del oro, tan profundo
su reposo, en el lecho
de un río que se alimenta de sombras.


Fernando Alda

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