En la ruina habitan
recuerdos ajenos,
los sueños que se pudrieron
de otros dueños, como si en el aire
hilvanásemos,
junto a las hojas del otoño
que está llegando,
el esplendor de unas flores
silvestres, tan humildes,
de esas que crecen en cualquier
cuneta, para decir que seguimos
vivos, latiendo en la espera,
como lo hace un corazón que ama.
Fernando Alda
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