Amaneció el día nublado
y deshabitado, con esa sensación
del viaje hacia ninguna
parte, cuando no eres
capaz de sacarte las manos
de los bolsillos del viejo
pantalón que tanto te gusta,
con el que sales a pasear
todas las tardes por las arboledas
de la desmemoria.
Y así estarás, como en zapatillas
de andar por casa,
soñando caminos,
tal un andarríos,
vagabundo el corazón
que tan desolado te parece.
Fernando Alda
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