Retorna el viento a las veletas
del sueño, a las nieblas
que se asoman a los balcones
del mediodía, y es octubre
y se encienden las arboledas
con el oro antiguo de los atardeceres,
con la luz del oeste
en la edad de la inocencia,
y hay suspiros en los aires
desbocados, en los caminos
sin retorno de la duermevela
en la que se encuentran los racimos
y los frutos que preludian
largos inviernos que solo las brasas
en las que mueren los recuerdos
desangelados pueden redimir,
como si siempre fuese ahora
y tu voz no tuviese nombre.
Fernando Alda Sánchez
No hay comentarios:
Publicar un comentario