Ese colirrojo tizón
que todas las mañanas
viene a verte,
como un signo de buena voluntad,
de confianza,
como si Dios te lo enviase
para decirte que está contigo,
sosteniendo el desastre que eres,
acompañando tus pasos
vacilantes sobre la arena.
Y el pájaro es, entonces,
la esperanza toda,
como un ensalmo de lluvia,
que viene a encender
tus ojos, tal una candela,
en el umbral tenebroso
de la oscuridad y el abandono.
Fernando Alda
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