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Esconde la noche su estrella
entre velos infinitos,
el tabernáculo en el que mora
el Amado: busca Juan,
en estas soledades,
entre las azucenas,
el pábilo ardiente
de esa llama de amor
viva que le enciende
e hiere el alma.
El Todo en la Nada,
una sombra que se desvela
en estos sotos de luz,
allí donde un ventalle
de cedros remecía
el misterio del aire.
Fernando Alda
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