XIII
En la cúpula del dolor
gime la libertad, el espíritu
de la bandera. Solo el viento sabe
en qué lugar pasará la noche,
dónde dejará el desprendido
músculo de su osamenta de polvo.
Es ciego el afán de perdurar
más allá de los días que están
contados, como tus cabellos.
No añadirás una hora a tu vida,
deja que las flores
vuelvan a la tierra,
que los ojos se cansen de ver,
que la muerte no sea el último
puerto: tras sus ojos
azules hay otra senda,
otras arboledas, una luz
tan hermosa que todo es nuevo
y te nombra.
Fernando Alda
Excelente, gracias por compartirlo.
ResponderEliminarMuchas gracias, saludos
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