Desde la transparencia,
el
alzado de lo que está aquí abajo,
en las torres,
latiendo, como Ávila
desde su corazón, que parece
de piedra, mas es de aire
y de sueños, almenara
de luz y ausencia.
Ahora tu nombre,
allí donde duerme el héroe,
en el sol poniente
que habitará la eterna
melancolía que camina
hacia el oeste, esperando,
acaso, el mar y sus mareas,
pues en estos muros
que la tristeza bendice,
la memoria enciende
en brasas la mirada que siempre
desea el regreso a estos silencios,
a las estancias y las alcobas
ocultas, al secreto
que adormece la mirada,
como en un arrullo de madre,
y es siempre nuevo el despertar.
Fernando Alda
en las torres,
latiendo, como Ávila
desde su corazón, que parece
de piedra, mas es de aire
y de sueños, almenara
de luz y ausencia.
Ahora tu nombre,
allí donde duerme el héroe,
en el sol poniente
que habitará la eterna
melancolía que camina
hacia el oeste, esperando,
acaso, el mar y sus mareas,
pues en estos muros
que la tristeza bendice,
la memoria enciende
en brasas la mirada que siempre
desea el regreso a estos silencios,
a las estancias y las alcobas
ocultas, al secreto
que adormece la mirada,
como en un arrullo de madre,
y es siempre nuevo el despertar.
Fernando Alda
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