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martes, 27 de septiembre de 2022

De lugares, 11 / Duruelo

 


Suena el Ángelus

en estas soledades de Duruelo
en las que fray Juan
sondea la Nada,
esperando hallar el Todo,
en las entretelas de la luz,
tan limpia y pausada que parece
la mirada misma de Dios.
Y así acontece,
como el manar de la fuente
que en la noche conduce al encuentro
con el Amado,
la vida en sus manos,
mientras el mundo se apaga
y en el corazón el fuego
no se extingue jamás,
como si una calandria
volase, solitaria, hasta allí
donde alcanza la vista,
callada el alma,
entre las dobleces de lo oscuro,
bajo las azucenas,
en las que habita el tesoro
del sol, la mano divina abriendo la puerta
de tu casa, a la que ha llamado,
cuando quieres hablar
y solo pronuncias pájaros,
o un velo de acianos
que por los ojos te pasa,
y regresa, al fin, el pulso
agitado, alcanzado el final
de tan larga espera.


Fernando Alda

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