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lunes, 12 de septiembre de 2022

De lugares, 5 / Lisboa


 Descubro poco a poco el velo

de sueño que esconde estas calles,

la libertad de tocar el cielo

con la punta de los dedos,

respirando despacio,

tal vez Lisboa, allí donde el Tajo

enamorado besa el mar

y se hace grande,

cuando un fado muy triste

suena en la voz de una mujer

vestida de soledad y aurora,

y en el pecho me arde,

tal un lirio de fuego,

un dolor antiguo.

Puede que no regrese,

que no vuelva jamás,

con estas aguas que ahora

se llevan las derrotas de mi vida,

pero estaré allí siempre,

con un poema en los labios,

y un cálamo de niebla o un clavel

para escribir estas ausencias

entre las lágrimas.


Fernando Alda


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