Buscar este blog

lunes, 13 de enero de 2020

Retablo del mundo

Es un juego de máscaras y espejos,

de sentimientos susurrados, de medias
voces, de secretos, de palabras
disfrazadas, de aparecidos...
Son pinturas desveladas
en los muros enjalbegados de una estancia
misteriosa, como una escritura
incomprensible que exhibiese
sus arcanos: no hay claves
para vislumbrar el ejercicio
del verdugo cuando el hacha
acomete el grosor del cuello
de la víctima.
Quién es quién
y quién nadie en este baile
mortuorio, entre tintas y pergaminos
escondido el acertijo,
la propensión hacia el abismo
imposible: no llegará a alcanzarlo,
por más que lo intente con desmedido
ímpetu y en su zozobra dejará
rastros urentes que conducen
a la perdición.
Auriga es de una cuádriga de caballos
desbocados, gladiador sin combate,
y entre Escila y Caribdis
busca un paso seguro que tal vez
no encuentre en pleno fragor de la galerna,
olvidado ya Polifemo. Entre las imágenes
hipertrofiadas de este retablo
del mundo descubre las ausencias
y los duelos, aquello que está llegando
mas no encuentra su estación
término, su puerto, su andén,
el muelle en el que atracar
o la playa larga y blanca
en la que quedar varado
y recibir el oleaje como esperanza
y multitud de abrazos fraternos.
Qué será de él, si no aprendiese
a guardar silencio...

Fernando Alda Sánchez


No hay comentarios:

Publicar un comentario