XXXIV
Es la ausencia en este instante
tu única compañía, la bendición
del círculo, el cielo pleno,
esa arboleda escondida entre las colinas
que trata de evadirse del otoño y es un beso
robado al asalto en una esquina de carbón
y hambre. Bajo el tejado,
el habla, ese lenguaje que en silencio
nombra lo que va a existir y no ha llegado,
también el hogar, el nacimiento,
la celebración de los cajones
vacíos del secreter en el que se guarda todo
y ahora solo es polvo, desolado
corazón que relata leyendas de lluvia,
de viento desatado, de hojas
sin dueño que secas sobrevuelan el agua,
buscando su lecho para morir,
como el cielo en invierno, que muere
siempre, aún de noche,
y luego es aurora, una luz como una espada.
Fernando Alda
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