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lunes, 14 de diciembre de 2020

Ínsulas en llamas, 43

 


XLIII


Hay ínsulas en llamas,

flores apagadas, una belleza
gélida de mármol o nieve,
un despertar de oros
extraños y espejos muertos,
yacente gloria
que alumbra su corona de laurel
en medio de un fragor
de mariposas que lentamente
se extinguen, como ceniza,
como el viento
en la llanura, la sed de la ruina,
un paisaje funeral,
de caballones de tierra
húmeda, de huesos
quebrados, la molesta
acritud de la zozobra.
No volverán los cantos
antiguos, ni la ebriedad
de la celebración,
no volverán los héroes,
ahogados en los estanques,
solo el manto de la nostalgia
cubrirá la juventud que fuimos,
el sonido de una música
que acaba de nacer en el origen
del fuego. La eternidad.

Fernando Alda

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