13
Ya no deja la lluvia su beso
frío en las alcobas insondables
de la noche, tan profunda,
en la que los helechos celestes
y sus esporas de estrellas
cobijan los sueños perdidos que tuvimos
al amanecer, cuando nos creíamos
inmortales.
14
Labios de vino, sangre de la tierra,
en la vid y la escarcha,
ahora en esta copa transparente,
vidrio tenso, como el aire,
en el que se confunde el deseo de ser
con las cenizas de los sarmientos.
Otoño.
15
Deja el verso un poso
de ceniza en el agua del vaso,
mientras te bebes el cielo.
Entre los acianos,
una canción de cuna, una herida
que sigue abierta,
las alas de una libélula
que busca, entre las piedras
y la corriente del río,
un lugar para posarse.
Allí, tu casa, el despertar.
Fernando Alda
No hay comentarios:
Publicar un comentario