Un dolor, el pozo ciego
de las tinieblas,
el horno en el que arden
las lágrimas y las ausencias
dentro de un paisaje
devastado, de alturas en añicos,
habitado por vencidos que rebuscan
entre lo que son sus propios despojos.
Como ceniza, el aire,
envenenado por el descrédito
de lo que no ha sido. Regreso
entre sombras, a la penumbra
en la que descansa mi corazón.
Fernando Alda
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