A Yolanda,
en nuestro 30 aniversario
de bodas
En la mañana,
nuestros nombres, 30 años después,
junto a las rosas
enardecidas y las tiernas
azucenas que en las alas
de las calandrias dejan gotas de lluvia,
racimos de un color no usado.
Así nos alzamos,
amor mío, frente a la noche
y sus esperas, en la transparencia
de la luz que invita a besarnos
bajo los tilos o el muérdago,
en el hogar del bosque sagrado,
encendido el fuego en el que arden
eternos, sin consumirse,
nuestros corazones, éstos que sellamos
en este día, más allá de la muerte
y del polvo enamorado que seremos.
Fernando Alda
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