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viernes, 2 de julio de 2021

Memoria de los calendarios, 17

 


17

El cinabrio de la tarde

dejó huellas de sangre

en la mirada, como

si ardiese el mundo

y entre las ascuas estuviesen

ocultos tus ojos,

inmenso el aire

que te abraza y piensa.

Desde esta ventana

sin cristales contemplas

el pasar de los recuerdos,

de lo que fue vivido

y ahora es nada,

creciendo en las médulas

el espeso tallo del olvido.

De arena es la voluntad,

que se deshace con el viento

y solo te acompaña

lo que sueñas, la ruina

de la lengua, algunas

brasas ya frías de amor,

la fuga del agua,

que busca nuevos caminos,

como queriéndose perder

en estos espacios

vacíos, de nada

oscura, de sombría memoria.

Y así el pulso,

desnortado, arrumbando

estrellas en el cajón

húmedo de la noche,

esperando

la espera, de azul

un verso que cae y se levanta,

un pétalo de palabras

en un incierto poema,

con el sabor del vino

último pintando

aún los labios.

Todo tiembla.


Fernando Alda









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