19
Si caído en combate
contra la transparencia del día,
en las clemátidas
abandonada la ternura
y el respirar de las horas,
mirando, creyendo
en los paisajes
que se incendian en los ocasos
que la tarde prende en los campos,
virtud de la memoria,
una llamarada de luciérnagas
en combustión.
Ya no te sabrá la boca
a cenizas, al olvido
del camino. Una senda
escondida alcanzará
la dorada orilla
mientras tensas
el arco de Odiseo
y cruzas este archipiélago
de islas tristes,
desolado mapa de arena,
funámbulo dibujo
en el que la huella
de tus pies desnudos
ha dejado el aliento
invisible de un sueño
de violetas, el débil
reclamo de la música.
En el bosque será
la reencarnación de lo ya sido,
la húmeda raíz
que la luna deja
en cada sicomoro, en la madriguera
del agua y su recuerdo.
Así, solo un nombre,
quimera,
y todo se abre
como un ramo de lilas,
ausente, como la última
canción del otoño,
esperando.
Fernando Alda
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