Finalizo hoy la publicación en el blog de mi poemario "Memoria de los calendarios". Espero que haya sido de vuestro agrado. Seguiré, a partir de mañana, si Dios quiere, y en los próximos días, con la publicación de Cartas al lector y otras entradas.
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Los héroes antiguos
sueñan con el musgo
húmedo del bosque
eterno,
con la llama sagrada
de las auroras,
con la persistencia de la hiedra
y de la lluvia,
la voluntad del roble
tejiendo cúpulas de sombra
y cielo. Son susurros
saciados de viento del sur,
voz debida,
el imaginario hogar
al que regresas lleno de heridas
abiertas,
sal sangrante,
cicatrices de tiempo, tajos
hondos que la vida
siembra en surco
oscuro, como un abrir
de ojos ciegos a la plenitud
del sol, que abrasa.
Enorme abismo,
tan sin fondo,
la profundidad de lo eterno
e inasible, esa corola
roja de pétalos ígneos
que deja en tus pupilas
un resplandor de estrellas.
Recuerdas de los héroes
su caída, el estrépito
del bronce al chocar
frente a los muros de Troya,
su inútil disputa,
la sangre vaciarse de los odres
de la vida, como vino
nuevo, hermosos
versos, homéricos
triunfos, un derrumbarse
de alturas y vértices,
el caballo maldito,
el talón y el dardo,
la venganza ardiendo,
la sola hazaña
del que quiere regresar a casa,
y el mar afuera,
vestigio,
laberinto de espumas,
cuando todo se quema
tan despacio y el aire
se consume en muerte
y sementeras.
Vendrá el día, será la tarde,
el sol caído,
y en la noche habitará,
largamente,
la ausencia, tu silencio.
Será el sueño,
el tiempo hibernado
en este estío de olvido,
la voluntad del viento
borrando toda memoria.
Fernando Alda
Terminé de escribir este libro de poemas,
titulado "Memoria de los calendarios",
el 13 de mayo de 2020,
festividad de Nuestra Señora de Fátima,
que tanta luz y amor dejó en el mundo,
alzado ya con vigor el estandarte
del júbilo, que a todos nos alienta
y bendice con su claro asombro y sutil encuentro,
cuando los días se alargan
hasta el extremo y los pájaros
cortejan su encendido deseo.
Laus Deo.
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