Sepulto en este castillo oigo el Tíber
serenísimo lamer estos cimientos de tristeza,
y es su corriente dolor, y los pasos
de los guardias ánimas en pena que en la noche
buscan redención: preso
por intriga palatina, o un mal veneno
equivocado, pues no halló la muerte
quien debiera hallarla. Es silencio
lo que de mi espera, y Roma
afuera aguarda la ejecución impaciente:
triste suerte la del títere entre poderosos.
Fernando Alda Sánchez
No hay comentarios:
Publicar un comentario