Cubrirá la hierba vuestras tumbas
y será el olvido osario de las flores,
sólo lluvia y raíces
os poblarán los ojos, glaucas
aves en el viento que presentirán
el mar: os llaman,
ya que caídos, es esta la última
trinchera. Ahora bajo las cruces
blancas el pensamiento, el atroz
reposo: un recuerdo de llagas,
de brazos armados y quijadas
erguidas. Ahora sí,
abandonados, alguien os llora
en el deseo, en la esperanza:
acaso reciban vuestros labios el beso
amado o liben el ácido
yugo del infligido laurel.
Fernando Alda Sánchez
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