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sábado, 18 de mayo de 2019

"Ensayo de una teoría de la visión"

"En Ávila la piedra tiene cincelados pequeños corazones de nácar
y pájaros de ojos vacíos, como si hubiera sido el hierro martilleado por
      Fancelli
buril de pluma, y no corre por sus heridas ni ha corrido nunca la sangre,
lo mismo que de los cuellos tronchados sólo brota el mismo mármol
      que se entrelaza al borde de los dedos
en un contenido despliegue de pétalos y ramas,
en delgados cráneos casi transparentes en la penumbra de las bóvedas
que conservan la ligera sombra azul de los ojos yertos en las raíces de
       la lluvia,
la morbidez, las redondas mejillas de los niños nacidos al mármol para
        la muerte,
los senos vagamente estériles de las Parcas diluidas en rígidos ramos
         de volutas y frutos,
el doloroso latir de las irisadas tibias sobre los cojincillos de mármol,
         ondulados
como para ofrecer un reposo caliente y amortiguar la delgadez helada
de esa mano de ámbar que acaricia con el pausado ritmo de la lluvia
la cabeza de un perro también muerto en la piedra,
muerto en la piedra junto a unos dedos y un cuerpo demasiado hermoso
         para haber vivido,
muerto en la piedra mientras se escucha brotar hacia la tumba
toda una inmensa vegetación de alas".

   Así comienza el primer poema, con el título de "Ávila", del libro "Dibujo de la muerte" (1967) de Guillermo Carnero, que abre su "Poesía 1966-1977", bajo el título general de "Ensayo de una teoría de la visión".

  Ávila, Fancelli, un sepulcro, y enseguida la imaginación vuela al Sepulcro del Príncipe Don Juan en el Real Monasterio de Santo Tomás. Y no puedes evitar, al leer, al releer ahora, este largo y prodigioso poema, soñar con este sepulcro de mármol, recrearlo y recorrerlo con tanta minuciosidad como Guillermo Carnero lo describe.

   Tras el poema "Ávila", que ahora vuelvo a leer con profunda emoción, recordando incluso la habitación del Colegio Mayor en el que vivía en los años 80 en Madrid, no pude dejar de leer este "Ensayo de una teoría de la visión" que ahora reseño. Su impacto fue grande; no conocía en poesía española nada igual.
   
      A Guillermo Carnero lo descubrí a través de la antología de Castellet, "Nueve novisimos poetas españoles", de 1970. Y aún ahora recuerdo al resto de autores de esa antología, que en mi juventud abrieron caminos hacia otras lecturas y hacia otras escrituras. De algún modo me reconozco heredero de ellos. Ya habrá tiempo de volver a hablar de los mismos. Era una mirada nueva, una visión nueva, sobre la poesía, sobre la cultura, sobre el arte, sobre el modo de asomarse a la realidad.

   En la biblioteca de casa guardo como un tesoro la segunda edición de este "Ensayo" de Guillermo Carnero,  de Ediciones Hiperión SL,, con el estudio preliminar de Carlos Bousoño.

   Creo que en la editorial Hiperión puede encontrarse esta recopilación de poemarios. Además en el mercado hay ediciones de todos sus libros y buenas antologías, bajo diferentes títulos, que también están, por supuesto, disponibles en internet. Os dejo esta otra recopilación bajo el título de su primer libro, pero que reúne su obra poética desde 1966 hasta 1990. Es de Cátedra.




Fernando Alda Sánchez



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