Se mueren los sueños,
caen acribillados en las trincheras
de lo real como soldados
heroicos, pobres
soldados sin coraza
ni parapeto.
Mas renacen siempre
ágiles, más sabios
y endurecidos, del rescoldo
inmenso de pasiones
que son el alma y los adentros.
Fernando Alda Sánchez
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